No existe nada menos democrático que la vida empresarial chilena. Todos lo que de alguna manera están ligados, asociados u obligados a trabajador de algún modo en este tipo de compañía saben, sospechan que algo de la dictadura si permanece inviolable en una serie de prácticas que validan la voluntad de los poderosos.
Si en la dictadura la jerarquía, la verticalidad fue glorificada y santificada, nada de extraño es pensar que las empresa de hoy -que son en efecto producto de políticas económicas de los 80 donde lejos lo menos importante es el trabajador, comunista y mirista (jeje)- tomen estas "estructura" como verdaderos santuarios para lograr preservar la explotación de los "otros", los que hacen los productos, los que se desvelan cuando no hay ventas, lo que castigan si las empresa no van bien.
Nada más apropiado para las empresas que trabajadores temerosos, complacientes y para nada conflictivos. ¿Pero como se logra esta brillante fórmula? Utilizando muchas veces el nepotismo, pero además, escogiendo el brillante "capataz de fundo" verdaderas manos negras de la empresa, del opresor.
Son los omnipotentes "jefe", que aunque algunos lo olviden, continúan siento un "empleado" más de estas las empreasas de Chile. Ni más ni menos, un empleado. Con privilegios. Esta claro. Con un buen sueldo es verdad. Pero lo cierto es son parte clase de la obrera al fin, que no ganará más si la empresa aumenta sus ingresos no respetando a sus trabajadores, ni ofreciendo a sus empleados condiciones laborales que le permitan ser hombres y mujeres felices.
Pero en su rol de capataz de fundo, hostiga, persigue a aquellos trabajadores que no se ajustan al perfil que hoy hace ganar millones a las empresas en Chile: la sumisión. Aceptar para durar, aceptar para alimentar y educar a los hijos, aceptar para no ser uno más en la larga lista de cesantes ilustrados o no de nuestro país. Los sindicatos son una "figura" de la ahora dañada democracia y si existen terminan siendo una idea romántica y nada efectiva de lo que alguna vez permitieron que un gobierno socialista en Chile tuviera por lo menos la ilusión de gobernar.
Pero qué poder tienen los sindicatos si tienen la presión de "ellos", los escogidos a liderar y por eso hacen causa común con la empresa. Porque son los escogidos para perpetuar los abusos de empresas donde la democracia es parte del simbolismo patrio y donde el considerar a quienes hacen el trabajo, va en desmedro de sus millonarias ganancias.
Son ellos, los jefes, los que son llamados a "intervenir" cuando las negociaciones colectivas toman un rumbo contestatario, un rumbo pro-trabajadores. Son lo que no tienen temor de amenazar a un trabajador si este se "involucra" más de lo necesario es esa la única, débil, pero necesaria instancia de protección al trabajador.
Son ellos, los jefes, los que toman represalias si como obrero tienes la osadía de enrostrarles que su aporte en los productos se limitan a presionar y exigir, más no proponer, crear, construir. Son ellos, los "elegidos" lo que castigan a quienes se niegan a aceptar explotaciones disfrazadas de obligaciones. Ellos que llegan a las altas cumbres de la empresa muchas veces con dudosas capacidades profesionales. Pero hay que reconocer que si con el carácter necesario para oprimir, castrar y dejar sin aliento a quienes están bajo su "bendito" mando.
Siempre creí que los seres humanos por naturaleza y en la medida que somos los llamados a observar el abuso, seríamos capaces de cambiar, de intervenir, de congregarse para exigir que que la vida sea en todos sus ámbitos, no solo políticos, una bella democracia. Convivencia democrática, parece una broma en Chile. Pero lo que que he visto es que las personas se transforman fácilmente en el victimario. Con una facilidad que asusta. Cuando eran trabajadores, excelentes personas, fiables compañeros de pega. Cuando ascienden al "guetto empresarial" algo de eso se les olvida...algo de eso dejan en su pasado obrero ¿será un exigencia del contrato y no lo sabemos?
He escuchado tantas historias de personas que sufren en sus trabajos, víctimas de la hostilidad de estos personajes. Continúan trabajando, es cierto, pero frente a la amenaza de castigo diaria. Es triste que los chilenos nos convirtieramos en estos sumisos seres humanos que vvien a diario la injusticia empresarial y no hacen nada más que acatar la triste realidad de un país manejado por unos pocos, controlado por el poder de las empresas, de los ricos, de los dominantes.
Lua Domi.
lunes, 24 de noviembre de 2008
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